Entonces Jesús dijo: "Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que yo soy, y que nada hago por mi cuenta, sino que hablo estas cosas como el Padre me ha mandado. Y el que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada. – Juan 8: 28-29
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Queridos hermanos,
todos sabemos que Cristo-Jesús vivió plenamente conforme a la voluntad de su
Padre. Su obediencia fue tan completa que incluso aceptó la muerte en la cruz
para salvar a la humanidad, demostrando con ello su entrega total. Durante su
vida, solo unas pocas personas comprendían realmente quién era Él, ya que la
mayoría de los judíos no reconocían en Jesús al Salvador. Él no era el Salvador
que ellos esperaban, porque Jesús no vino a satisfacer expectativas humanas,
sino a cumplir la voluntad de su Padre celestial.
Jesús habló y actuó
siguiendo las directrices de su Padre, quien siempre estuvo a su lado. Él dejó
en claro que la razón por la que su Padre nunca lo abandonó fue porque Jesús se
esforzaba por agradarle en todo momento. Para complacer a su Padre, Jesús pagó
un precio muy alto.
Podemos aprender de
la vida de Jesús que debemos buscar agradar a Dios por encima de todo.
Necesitamos seguir su voluntad en lugar de la nuestra, y no vivir según las
expectativas de los demás. Así como Jesús hizo sacrificios para cumplir la
voluntad de Dios, nosotros también debemos estar dispuestos a hacer lo mismo en
nuestras vidas.
Imitemos a nuestro
maestro que nos ha mostrado lo mejor. Amén
Reflexión sobre
Juan 8: 12-30 por el P. George Joseph SVD
(Escucha el podcast aqui)
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