"Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios". – Lucas 14:15
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Jesús comenzó su ministerio predicando: "Arrepiéntanse porque el reino de Dios está cerca". Jesús extiende una cálida invitación a todos los judíos y gentiles por igual. Jesús también deja claro que tendrán que elegir el camino angosto y creer en él. Leemos en el evangelio de Mateo 22:14: "Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos". Los que son llamados por él a seguirle le dan diferentes excusas. Las preocupaciones del mundo atraen el corazón de los hombres hasta el punto de cerrar sus ojos a la invitación divina a seguirlo.
Es cierto que para entrar en el reino de Dios efectivamente tendremos que hacer grandes sacrificios. Todos nuestros sacrificios juntos nunca igualarán el sacrificio hecho por Dios Padre: dar la vida de su Hijo por nuestra redención. Tenemos el ejemplo de muchas vidas santas que han elegido el camino angosto.
La vida es eterna y nuestra meta es estar con Dios para siempre después de nuestra vida terrenal. Jesús quiere que sigamos cargando nuestra cruz diaria, sin rencor, sino confiando en él como un niño. De hecho, Jesús cargará nuestra cruz, sólo tenemos que entregarla en sus manos. Como el pastor lleva a la oveja descarriada, Jesús nos llevará a cada uno de nosotros sobre sus hombros.
Como cristianos tenemos esperanza contra todas las adversidades de la vida. No nos rendimos tan fácilmente y por la gracia de Jesús todos somos salvos. Aceptemos, pues, su invitación y confiemos en él. Seguro que algún día podremos cenar con él en su reino.
Reflexión sobre Lucas 14: 15-24 por el P. George Joseph SVD
(Escucha el podcast aquí)
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