Thursday, August 10, 2023

Auctoritas | Autoridad

"Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: "Ve", y va; y a otro: "Ven", y viene: y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace. Lucas 7:8 LBLA


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Delegación de Autoridad

La Biblia completa, y no solo los evangelios del Nuevo Testamento, de una u otra manera nos hablan del Verbo, y este hecho carne en la figura de Jesucristo. Desde el principio, el Verbo habitaba con el Padre, aprendió de Él y el Verbo es Dios. Siendo el Verbo la representación y manifestación misma de Dios Padre, se sujetó en obediencia y autoridad, y decidió habitar entre nosotros en esta tierra.  Cuando fue el tiempo indicado, hizo manifiesta su naturaleza divina y su poder a través de diversas señales, hazañas, milagros y prodigios durante el tiempo de su discipulado en esta tierra.

En esta porción de la palabra de Dios se narran dos casos distintos de sanidad divina en donde el Señor obra con poder y toda autoridad, la cual, como recordamos, le había sido delegada con anterioridad por Dios Padre al momento de ser bautizado en las aguas del Jordán. Vemos que, en el primer caso, sana al siervo de un centurión al enviar una poderosa palabra de sanidad sobre su vida; en el otro caso, resucita al hijo de una viuda cuando su féretro era llevado en brazos a enterrar fuera de la ciudad.

Centraré mi mensaje en la poderosa palabra de sanidad. Los centuriones del imperio romano eran considerados oficiales de alta categoría, militares de carrera que empezaban como soldados rasos e iban ascendiendo por antigüedad y méritos, tenían a su cargo a un grupo de 100 soldados, seguían la estructura de la legión y tenían facultades administrativas y directivas.  Según se describe en Lucas 7:1–10, este centurión era un hombre bueno, sensible a las necesidades de un pueblo conquistado (incluso les había construido una sinagoga) y tenía buena amistad con los líderes religiosos judíos.

También, era un hombre que reconocía los principios de delegación de autoridad, sujeción y obediencia, principios terrenales que son un reflejo de principios celestiales y eternos. Este hombre, aunque alto en jerarquía terrenal, no se consideró digno de presentarse delante del Rey de Reyes, a quien reconoció como alguien de una categoría espiritual mayor. Por este motivo envió a ancianos judíos (que eran considerados hombres honorables, líderes religiosos sabios y de una alta categoría espiritual en aquella época) para que llevaran con urgencia el mensaje de auxilio de aquel hombre, que aunque pertenecía al pueblo gentil, era temeroso de Dios. El envió a alguien que consideró de un alto rango jerárquico espiritual para llevar el mensaje.

El centurión, en humildad, tampoco se sintió digno de recibir al Señor Jesucristo en su propia casa, pues es muy probable que en algún momento de su vida él fue un hombre sanguinario y violento. Seguramente tenía las manos manchadas de sangre por las innumerables muertes que acumulaba durante los años de su vida militar. Consideró que tanto él como su casa eran inmundos y no dignos para que el Hijo del Dios Altísimo posara la planta de su pie en ese lugar. En cambio, dijo (v 7) "Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso ni siquiera me consideré digno de ir a ti, tan solo di la palabra y mi siervo será sanado."

Jesus se maravilló de la fe y del reconocimiento de autoridad de ese hombre, al punto que dijo a la gente que le seguía (v 8) "… Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe." Su petición fue respondida al instante. La palabra de sanidad que fue enviada, siguiendo una orden y un principio, cumplió su objetivo. La fe y certeza del centurión salvó a su siervo, pues cuando los que habían sido enviados para dar el mensaje regresaron a casa, hallaron sano al siervo que había estado enfermo (v 10). Este evento sirvió de testimonio y reconocimiento de la autoridad y poder investido en Jesucristo.

La obediencia, la sujeción y el orden trae consigo bendición, es un principio bíblico y Dios es fiel en cumplir sus promesas y velar sobre el cumplimiento de su Palabra. ¿Estas respetando y sujetándote a la autoridad o autoridades delegadas por Dios en tu vida? ¿Y qué de las instrucciones que el Señor de los ejércitos y General en Jefe de la milicia celestial dejó plasmada en su divina palabra? Sé valiente, pelea la buena batalla de la fe y arrebata tu bendición.

"En esa misma hora curó a muchos de enfermedades y aflicciones, y malos espíritus, y a muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo Él, les dijo: Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio. Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí." - Lucas 7:21-23 LBLA

Reflexión sobre Lucas 7:1-23 por Nydia Flores.

(Escucha el podcast aqui)

 


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