Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros – Juan 15:20
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Queridos hermanos y hermanas. La vida ofrece muchas opciones a los seres humanos y cada decisión que se toma conlleva riesgos. Una de las decisiones en la vida es convertirse en seguidor de Jesucristo. La decisión de convertirse en cristiano es un desafío porque debemos estar preparados para asumir los riesgos. Sin embargo, Dios nunca nos deja luchar solos, sino que envía Su Espíritu Santo para que podamos soportar y perseverar en cada riesgo que enfrentamos.
El bautismo nos hace seguidores de Jesucristo y miembros de la iglesia. En el bautismo, reconocemos al Dios Trino: Dios Padre que creó el cielo y la tierra, Jesucristo, el Hijo de Dios a quien el
Padre envió al mundo, y el Espíritu Santo a quien el Padre envió para consolarnos y fortalecernos. Además, reconocemos a la única iglesia santa y apostólica y participamos de la misión de Dios en el mundo.
Desde el comienzo de su misión en el mundo, Jesús proclamó los valores del Reino de Dios relacionados con la verdad, la justicia, la misericordia y el perdón. Por lo tanto, realizó milagros para mostrar a las personas acerca del Reino de Dios y la Paternidad de Dios para el mejoramiento del mundo. Sin embargo, los valores del Reino de Dios competían con los valores que ofrece este mundo. Jesús encontró oposición. Fue odiado y tuvo que correr el riesgo más importante de su vida: sufrir y morir en la cruz. Esa es la manera en que Dios abre los ojos de todo incrédulo para que la gloria de Dios se haga evidente en el mundo.
Jesús ha enseñado y ejemplificado una actitud de vida; una vida valiosa y con propósito para nosotros. Aquel que sea seguidor de Cristo también sufrirá y será perseguido por la fe y la verdad que se proclama, tanto a través de palabras como de acciones. Debemos estar preparados para ser odiados. Sin embargo, esto no significa que tengamos miedo y nos retiremos de la vida social. Al contrario, estamos llamados a mostrar cada vez más nuestra identidad participando con todas las personas de buena voluntad por un mundo mejor.
Estamos llamados a resistir y perseverar en la fe porque Dios mismo envía al Espíritu Santo para consolarnos y fortalecernos en nuestro testimonio de fe. Nuestra fuerza proviene del Espíritu Santo, que nos permite ser testigos de la Verdad en el mundo.
Reflexión sobre Juan 15: 18-26 por el P. Aris Mada
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