También surgió entre ellos una disputa sobre quién de ellos debía ser considerado el más grande. - Lucas 22:24
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Los discípulos discuten sobre quién es el mayor
[24] Surgió también entre ellos una discusión, sobre cuál de ellos debía ser considerado como el mayor.
[25] Y Jesús les dijo: «Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que tienen autoridad sobre ellos son llamados bienhechores. [26] Pero no es así con ustedes; antes, el mayor entre ustedes hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve. [27] Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre ustedes Yo soy como el que sirve.
[28] »Ustedes son los que han permanecido junto a Mí en Mis pruebas; [29] y así como Mi Padre me ha otorgado un reino, Yo les otorgo [30] que coman y beban a Mi mesa en Mi reino; y se sentarán en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.
Jesús predice la negación de Pedro
[31] »Simón, Simón, mira que Satanás los ha reclamado a ustedes para zarandearlos como a trigo; [32] pero Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos».
[33] Y Pedro le dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir adonde vayas, tanto a la cárcel como a la muerte». [34] Pero Jesús le dijo: «Te digo, Pedro, que el gallo no cantará hoy hasta que tú hayas negado tres veces que me conoces».
Bolsa, alforja y espada
[35] Y Él les dijo a todos: «Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?». «No, nada», contestaron ellos. [36] Entonces les dijo: «Pero ahora, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, de la misma manera también una alforja, y el que no tenga espada, venda su manto y compre una. [37] Porque les digo que es necesario que en Mí se cumpla esto que está escrito: "Y con los transgresores fue contado"; pues ciertamente, lo que se refiere a Mí, tiene su cumplimiento».
[38] Y ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». «Es suficiente», les respondió.
Jesús ora en el Monte de los Olivos
[39] Saliendo Jesús, se encaminó, como de costumbre, hacia el monte de los Olivos; y los discípulos también lo siguieron. [40] Cuando llegó al lugar, les dijo: «Oren para que no entren en tentación».
[41] Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba, [42] diciendo: «Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya». [43] Entonces se apareció un ángel del cielo, que lo fortalecía. [44] Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y Su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra.
[45] Cuando se levantó de orar, fue a los discípulos y los halló dormidos a causa de la tristeza, [46] y les dijo: «¿Por qué duermen? Levántense y oren para que no entren en tentación».
Reflexionando sobre el breve pasaje, capturado muy meticulosamente por San Lucas (el médico). Nunca falla en hacerme llorar el hecho que mientras nuestro Señor se preparaba para esa gran batalla por la salvación de las almas de la humanidad, Él estaba únicamente enfocado en cumplir su misión de vida que le había encomendado el Padre: morir por nuestros pecados. Sin embargo, los discípulos que habían viajado con Él como sus compañeros más allegados, todavía discutían sobre quién sería el mayor, entre ellos Pedro, quien se jactaba de que él no dejaría ni abandonaría a su Señor y Maestro. Tan sólo unas horas más tarde demostró lo equivocado que estaba, mientras Jesús fue arrestado y juzgado por un tribunal, pues se cumplirían las palabras proféticas de su Maestro acerca de las 3 ocasiones en que le negaría (antes de que cante el gallo).
Sin embargo, había una declaración llena de esperanza en la profecía de Jesús, porque nuestro Señor ya sabía de antemano que un día restablecería a Pedro como líder de la iglesia en la Tierra después de Su muerte, resurrección y ascensión al Padre en el cielo.
Reflexionando en mi propio camino de la fe, puedo contar la cantidad de veces que me había jactado de seguir a Cristo de todo corazón. Sin embargo, en medio de mis propias batallas contra un cuadro de depresión clínica, me enojé con Dios por haberme dado esta enfermedad. Me di cuenta, con mucho arrepentimiento y gentiles reprimendas del Espíritu Santo, que Dios Padre estaba usando la enfermedad para moldear mi carácter quebrantado y mi naturaleza caída para que mi vida pudiera reflejar el carácter de Su Hijo.
Pedro escribió con mucha sabiduría acerca de la misericordia de Dios para con nosotros los humanos pecadores. (2 Pedro 3:9): "El Señor no retarda su promesa, como algunos piensan que tarda, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento".
Cerraré mi reflexión con este hermoso canto de adoración: "Mil Aleluyas" (A Thoushand Hallelujahs por su nombre original en inglés). Este es un himno que estaremos cantando con el coro de ángeles y santos en el cielo, y nuestros labios alabaran a Dios en Su Gloriosa Presencia por los siglos de los siglos.
Amén.
Mil Aleluyas
Verso 1
¿A quién más clamarían las rocas para adorar?
¿La gloria de quién enseñó a brillar las estrellas?
Quizás la creación anhela tener las palabras para cantar
Pero esta alegría es mía.
Coro
Con mil aleluyas
Magnificamos tu nombre
Solo tu mereces la gloria
El honor y la alabanza
señor Jesus
Esta canción es para siempre tuya.
Mil aleluyas
Y mil más.
Verso 2
¿Quién más moriría por nuestra redención?
¿La resurrección de quién significa que resucitaré?
No hay tiempo suficiente para cantar todo lo que has hecho
Pero tengo la eternidad para intentarlo.
(Repite el coro)
Youtube: https://youtu.be/vR_sI9lkowA?si=j5Txz1XLCBC_q-mE
Cantante: Brooke Lingertwood
Reflexión sobre Lucas 22:24-46 por Chris Tan
(Escucha el podcast aquí)
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