"Todos éstos estaban constantemente dedicados a la oración, junto con algunas mujeres, entre ellas María la madre de Jesús, así como sus hermanos" – Hechos 1:14
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Después de la resurrección de Jesús hasta su Ascensión, El mismo se presentó vivo a los apóstoles, dándoles instrucciones, convenciéndolos con muchas pruebas, hablando del reino de Dios. Una de las instrucciones era no salir de Jerusalén hasta que recibieran la promesa del Padre – el Espíritu Santo. En el monte de los Olivos, justo antes de la Ascensión, Jesús les dice: "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta los confines del mundo" – Hechos 1:8.
Después de presenciar la Ascensión de Jesús en el monte de los Olivos, los apóstoles regresaron a Jerusalén tal como les había indicado su maestro. En el aposento alto, muy probablemente en el mismo lugar donde tuvieron la última cena junto con Jesús; se dedicaban constantemente a la oración. No sólo los apóstoles, sino que también habían otros hombres y mujeres discípulos de Jesús.
Queridos amigos en Cristo Jesús, nuestro Dios es siempre fiel en sus promesas. Los apóstoles y otros discípulos de Jesús permanecieron fieles a las instrucciones de Jesús al regresar y esperar en Jerusalén. No sólo permanecieron allí físicamente, sino que hicieron esfuerzos adicionales para dedicarse constantemente a la oración. Esto es algo realmente sorprendente. La comunión, la unidad, la cercanía, la unión con un solo corazón y una sola mente, esto es exactamente lo que Dios quiere de nosotros.
Jesús quiere unirnos para que con el poder del Espíritu Santo le ayudemos a construir el reino de Dios.
Reflexión sobre Hechos de los Apóstoles 1:1-14 por el P. George Joseph SVD
(Escucha el podcast aqui)
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