Hora Nona | A las tres

A las tres de la tarde Jesús clamó a gran voz: "Eloi, Eloi, ¿lema sabachthani?", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" – Marcos 15:34

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Todos nosotros en algún momento de nuestra vida pudimos haberle gritado a Dios o haberle reclamado por las situaciones difíciles que atravesamos en nuestra vida o por los problemas que enfrentan nuestros allegados. Podríamos habernos sentido solos o totalmente abandonados por todos, incluso por Dios. Algunos santos han llamado a este tiempo la noche oscura del alma. Fue uno de esos momentos para Jesús en la cruz. Todos sabemos que la relación íntima que Jesús tenía con su Padre era tan fuerte. Nos sentimos tan libres de dejar nuestras dificultades a alguien con quien mantenemos una estrecha relación. Jesús también hizo lo mismo en la cruz.

 

Jesús, de hecho, estaba haciendo una oración a su amado Padre desde la cruz al recitar el Salmo 22: 1 – "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de salvarme, tan lejos de mis gritos de angustia?" Jesús clamó a su Padre como lo haría cualquier niño. También siento que no hay nada de malo en clamar a Dios nuestro Padre en nuestros momentos de desesperación. Incluso ayuda hasta cierto punto en nuestro crecimiento espiritual. Pero, por supuesto, también necesitamos tener una relación cercana con Dios el Padre tal como la tuvo Jesús.

 

Cuando marca las 3 pm en el reloj todos sabemos que es la hora de la Divina Misericordia. Es la hora en que Jesús destruyó el mal, la muerte y venció al mundo. Es la hora en que Jesús ganó la misericordia más que la justicia de Dios. Es la hora donde vemos la culminación del amor de Dios. Esta es exactamente la hora en que se hace realidad, Juan 3:16 – "Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna".

 

Hagamos una pausa de unos segundos cada 3 de la tarde y demos gracias a Dios por su amor por el mundo entero.

 

Reflexión sobre Marcos 15: 21-47 del P. George Joseph SVD

 

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